martes, 8 de junio de 2010

Por qué lo hago

Le acerco la silla a la mesada. Pelo una manzana para ella: observa, controla mi trabajo. Se fascina al ver la cáscara pendiendo, enrulada. Mi esmero va en sacarla de una vez, sin que se corte. Termino, se la entrego, juega. Yo corto la manzana en pedacitos. Los prefiere más chicos, dice, y me roba del plato de princesas. Come, me mira, sonríe. Te amo ¿te dije?, le digo. Levanta la cabeza y me muestra todos sus dientitos, como asintiendo. Ella sabe que así lo interpreto yo. Es nuestra manera.
Levanta sus pies para apoyarlos en el asa del bajo mesada blanco, impoluto. Me mira, se acomoda. Me muestra, me lo dice paseando sus ojos hasta los míos y de ahí me los lleva a sus zapatillas furiosas. No me gusta que apoyes los pies ahi, le digo. Traga rápido la manzana y responde: "por eso lo hago".

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